lunes, 3 de enero de 2011

Pequeñas crónicas de un viaje. Toledo


Maravillosa ciudad cargada de siglos, de historia y de leyendas. Todo en ella provoca reminiscencias, sus estrechas callejuelas entre altos muros de antiguas construcciones respiran el pasado, el tiempo se detiene entre calles y plazas. Todo tiene aquí el encanto de lo antiguo,el misterio de lo que testigos mudos callan para siempre; flotan en el aire la historia, las leyendas, los entrañables personajes de la literatura: El Cid Campeador, los legendarios caballeros que emprendieron las Cruzadas, los Templarios, los de la Mesa Redonda, el rey Arturo y tantos más.

Toledo, famosa por la forja del acero más fuerte del mundo, se enorgullece de sus espadas, cuchillos, armaduras, réplicas grandes y pequeñas de escenas de la literatura y de la tradición; sus altos balcones ostentan, ahora con fines comerciales, los emblemas de un pasado medieval que evoca doncellas y valientes caballeros.

Encantadoras placitas salen al paso de los estrechos callejones, los pequeños restaurantes son una invitación al disfrute de las famosas tapas españolas; son lugares pequeños, el poco espacio los hace muy íntimos y acogedores. Al llegar a la zona comercial de centro histórico, las vitrinas ubicadas en tan antiguas construcciones lucen un aspecto tan contrastante e insólito que sorprende al desprevenido turista, tan pronto aparecen las artesanías propias de Toledo, las espadas y las armaduras, como aparece ropa de las más famosas marcas, en sofisticada presentación de elegantes maniquíes y costosos accesorios.

Más allá está el barrio de la judería, no pudimos visitarlo en esta ciudad, pero la destacada presencia de las culturas judía, mora y cristiana está presente en la totalidad del paisaje urbano, y la influencia de estos antiguos pueblos se extiende hasta su rica tradición gastronómica; se pueden ver pequeños negocios que lucen la delicada repostería que enorgullece la tradición de las monjas conventuales. El vino, el jamón, el chorizo, los quesos, el aceite de olivas, las mezclas de aceitunas maceradas y los dulces hacen presencia en las abigarradas vitrinas, todo en un ambiente encantador y alegre que nos traslada al pasado, ilusión que se rompe momentáneamente al paso de uno de esos autos pequeñitos tan comunes en Europa y tan imprescindibles dadas las estrechas callejuelas empedradas.

¡Cuántos cambios a lo largo de los siglos en estos maravillosos escenarios! Cambio de personajes, de circunstancias, de intereses, de conflictos, de gobiernos, de cosmovisión, de culturas: judíos, moros y cristianos... la inquisición... el pasado envuelto en la bruma de los siglos, mientras sus habitantes de hoy observan el incesante trajinar de los turistas por sus calles y sus edificaciones donde el tiempo parece detenido.

De nuevo recuerdo la frase de García Márquez "La vida no es lo que uno vivió sino lo que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla". Es decir, la realidad es diferente para cada testigo, cada uno observa desde se su muy personal perspectiva y relata no tanto lo que vio, sino cómo lo vio.

Maravillosa ciudad de Toledo, me hizo recordar la ciudad de Zacatecas y su encantador Centro Histórico; se trata en todo caso de lo mismo: el pasado, un pasado cuya memoria no queremos que desaparezca por lo mucho que tiene para enseñar a las nuevas generaciones.

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