martes, 25 de enero de 2011

"El Caballo Rojo"


Advertidos ya por las experiencias de los días pasados, con respecto a que no deberíamos pasar de las tres de la tarde para encontrar un lugar para comer, nos dispusimos a eso de las dos a encontrar un lugar para tal fin.

Me llamó la atención lo que pensé sería un "patio andaluz", pequeña estancia llena de flores sembradas en el piso y en macetas, paredes y piso decoradas con baldosas rojas, amarillas o azules, una pequeña fuente en el centro y arcos en las entradas; evidente influencia árabe.

Además de ser efectivamente un "patio andaluz", era la entrada a un restaurante en la zona histórica de Córdoba, muy cerca de la famosa Mezquita Catedral: "El caballo rojo". Nos adentramos por el pasillo y llegamos a la entrada de un comedor pequeño con un amplio bar, preguntamos si podríamos comer y un amable asistente nos condujo a otro piso, por elegantes escaleras de madera, en espiral.

Apareció entonces el verdadero comedor, dividido en pequeños espacios encantadores separados por preciosos enrejados adornados con enredaderas verdes; un ambiente muy andaluz.

Un atento español se acercó para ofrecernos el variadísimo menú: comida de tradición mozárabe sefardí, comida típica de Córdoba, de otras regiones de España, pescados, aves, caza y mucho más.

A veces, estando en un país extraño es difícíl elegir un plato guiados por su nombre, ya que éste, no nos sugiere en absoluto de lo que se trata; un amable mesero nos ayudó bastante describiendo el plato que le indicábamos. Mi esposo pidió un "lomo de bacalao a la canela", y yo pedí "rabos de toro", especialidad de la cocina cordobeza, y como aperitivo nos trajeron unas "tortillitas de San José".

En España es costumbre cierta que se come y adereza todo con un buen vino, no preguntan si se desea, sólo lo sirven, si se les dice que no, entonces retiran de inmediato las copas para el vino y traen agua en su lugar.

Las expectativas sobre los platos elegidos fueron totalmente superadas; los sabores, del todo exquisitos; de vez en cuando se acercaba el mesero para preguntar cortesmente "¿os ha gustao? ¿estáis satisfechos?"

Los españoles tienen gran estilo a la hora de atender a sus huéspedes, lo hacen con elegancia y dignidad y llama la atención que la propina no parece asunto de su interés, es como si su dignidad no se los permitiera, como si finalmente desearan atender por el gusto y el refinamiento de servir al cliente, sin esperar por ello mayor recompensa. Por supuesto, esto no quiere decir que no haya que dejar propina, pero es la impresión que uno recibe de ellos.

Pero, olvidé describir los platos: el "bacalao a la canela", era un filete a la plancha con cebollitas caramelizadas encima, y dos rajas de canela puestas con gracia sobre el plato, servido además sobre una exquisita salsa clara y ligera. El sabor... exquisito, perfecto equilibrio de sabores. Un plato delicado.

"El rabo de toro", delicioso; un plato fuerte en verdad, bien condimentado, con las especias de la tradición árabe,, servido en su propia salsa con "patatas fritas". Buenísimo... pero no pude volver a comer nada más hasta el almuerzo del día siguiente.

Me habría encantado pasar más tiempo en Córdoba y probar otros platos del exquisito menú de "el caballo rojo".

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