jueves, 25 de marzo de 2010

Inventario de cosas perdidas

El camino recorrido parece largo, mirar atrás hace ver las cosas irreales a través del tiempo, pero en realidad, el camino de la vida es corto, muy breve, "como la flor de la hierba", como la sombra de una nube pasajera, como el viaje de una estrella fugaz.

Uno va atesorando cosas y recuerdos a lo largo del camino; como yo he tenido que realizar muchas mudanzas, todas ellas involuntarias, he tenido que ir deshaciéndome de muchas;
el tener que desprenderme de mis cosas por causa de tantos traslados, me ha hecho pensar que no se necesitan tantas para vivir, es mas, entre menos se tengan, mejor... habrá menos nostalgia y más fácil olvido...

¿Qué fue de las cosas que poblaron las casas que habitamos, a dónde fueron a parar sus tesoros?
¿Dónde está el piano blanco en el que dos niñas practicaban sus lecciones?
¿En dónde una pintura con una luna clara que alguna vez adornó mis paredes?
¿Y el niño y las dos chicas de la fotografía?
¿A dónde fueron a parar los libros que acompañaron mis insomnios y mi soledad? sus nombres se pierden en los laberintos de la memoria, hemos dejado muchos esparcidos a lo largo del camino; me consuela el hecho de haberlos leído, mejor que acumulado.

¿Qué fue de las aulas felices pobladas de niños? ¿Qué fue de aquellos niños? Sus caritas casi se han borrado como formas definidas y con identidad, pero el recuerdo de que formaron parte de mi pasado persiste en mi memoria.

¿Cómo será ahora aquél pueblecito de montaña con aquella casa cuya puerta se abría a un patio con árboles perfumados de arrayán y azahares, con amplios corredores con macetas y flores?

¿Qué habrá sido de los ancianos sentados en las bancas de aquel parque de barrio?
¿Y aquella viejita amorosa y solidaria que compartió conmigo deliciosos bocados de sus recetas mágicas?
¿Y aquella joven madre y sus tres niños? ¿y la vecina inolvidable que me abrió las puertas de su corazón y de su casa?
¿Qué será de aquella calle de amable vecindario con sus niños bulliciosos, con los ancianos que contaban la historia y los relatos?
No escucho las campanas de las torres lejanas, ¿habrán cortado la ceiba de la entrada?,¿florecerá todavía el guayacán en sus jardines?
¿Y el vestido de color verde esmeralda que lucía una niña los domingos?
El hombre joven y la mujer bonita de ojos claros, aún caminan juntos?
El limonero de generosos frutos con sus flores diminutas, milagro de blancura y de belleza, ¿estará en pie todavía?
La miel clara de azahares, ¿se seguirá vendiendo en aquella misma esquina?

"...desandar los caminos y llegar al puerto sorprendido del retorno..." J de I.