miércoles, 16 de febrero de 2011

Madre amamantando: ¿pornografía?

Leslie Power, psicóloga chilena, colocó como foto de su perfil en facebook, la imagen de ella amamantando a su bebé de tres meses. Facebook entonces, el archifamosísimo facebook, las omnipresentes redes sociales que se han convertido hoy por hoy en las protagonistas en muchos aspectos de la vida pública, para bien y para mal, cancelaron la cuenta de Leslie y le comunicaron que había quebrantado una ley que le permite mantenerse activa en la red.

Dicha ley o cláusula dice que nadie puede poner en su página, espacio o dirección, algo que pueda ser ofensivo para la comunidad, ni imágenes de consumo de drogas, de maltrato a alguien, desnudos o pornografía. Palabras más, palabras menos, éstos son los términos.

Escuché con atención la entrevista que hacían a la psicóloga chilena, que se mostraba sumamente ofendida y sin poder comprender las razones de la cancelación de su página. Hay que decir que facebook ya reabrió su cuenta con la advertencia a Leslie de que habían retirado del sitio imágenes y fotografías que pudieran resultar polémicas u ofensivas por contener desnudos.

Leslie pregunta: ¿es obscena la imagen de una madre que amamanta a su bebé?. Asegura que esa fotografía es una imagen "universal" de la maternidad, una imagen que transmite un mensaje de amor, ternura y entrega esenciales para la preservación de la raza humana. Es más, ella intenta con esta imagen en facebook, una campaña en favor de la lactancia materna y de los beneficios que reporta a los niños. ¿Cómo puede ser esta hermosa imagen calificada de obscena o de pronográfica?.

El problema comenzó porque alguien o algunos "denunciaron" la foto, que es término que la red utiliza para que cuando alguien se siente agredido u ofendido por otros, lo manifieste y las autoridades de la red, tomen cartas en el asunto.

Pronto apareció en facebook, una página dedicada exclusivamente a apoyar a Leslie Power y a compartir apasionada y ampliamente, en algunos casos, sus puntos de vista. Todos los comentarios que leí están escritos en español. Aquí hay una pista para empezar a dilucidar las razones del conflicto. ¿Es un asunto cultural?

Así me lo parece; yo también comparto las opiniones muy respetables de Leslie y de todos en la página dedicada a apoyarla. Su fotografía me parece una hermosa imagen de la maternidad, es tierna, no hay nada malo en ella, ni mucho menos para caer en el ofensivo extremo de calificarla de pornográfica. ¿Pero es así para todas las culturas de esta aldea global en la que el mundo se ha convertido a través de las redes sociales?

Parece además una cuestión de valores; éstos cambian, varían, se establecen según la cultura y lo que puede parecerme bien a mí aquí, puede ser lo absolutamente opuesto para las personas de otra sociedad con otra cultura y otros valores. La globalización también nos ha traído el conocimiento de estos elementos delicados presentes en todas las sociedades, y aplaudo que así suceda, porque ese conocimiento nos tendría que ayudar a comunicarnos mejor, a entendernos... finalmente.

Cuando vine a Estados Unidos para el nacimiento de mi primer nieto, fuimos a un restaurante con el bebé que tenía un poco más de un mes de nacido. Cuando llegó el momento de alimentarlo, mi hija, se fue al carro para hacerlo. Pregunté con asombro por qué y ella me explicó que en esta sociedad, no es bien visto que la hermosa labor se lleve a cabo en forma pública. No se desprecia ni se demerita el acto de amamantar, el punto es que debe realizarse en privado.

Y supongo que así puede suceder en muchas otras sociedades de nuestro amplio mundo; en estos días muchos hemos visto con una sonrisa de asombro y extrañeza la forma como los árabes manifiestan profundo desprecio y repudio hacia alguien: lo hacen con sus zapatos en la mano, mostrando la suela de forma amenazadora, y en ocasiones lo lanzan hacia el objeto de su repudio, cosa que también hemos presenciado por televisión. Cuestiones culturales, costumbres, valores, diversidad.

A estas alturas, una reflexión me parece importante; es necesario entender que mi forma de pensar y creeer, mis valores, mis costumbres, no son universales y debemos cultivar y desarrollar una actitud abierta para respetar los de los demás en sus propias concepciones. Y con respecto a las redes sociales, es necesario tenerlo muy presente porque éstas no son locales, esas sí abarcan el ámbito global, todos en cualquier parte del mundo pueden verlo, leerlo, compartirlo y como consecuencia pueden aparecer los "choques culturales", como el del caso que hoy nos ocupa.

Y considerando precisamente esas diferencias culturales, creo también que las autoridades de facebook, no manejaron bien el caso de Leslie, si se hubieran dirigido a ella en términos más respetuosos y elegantes, considerando los sentimientos culturales implicados en el asunto de la fotografía, no la hubieran ofendido con la acusación de foto "pornográfica" o foto de desnudo, entendiendo que la psicóloga chilena y la sociedad latinoamericana en general, aprecian y respetan la imagen de la lactancia materna aún en un espacio público.

Viene maravillosamente al caso la regla de oro que Jesús nos enseñó: "Has con otros como quieres que sea hecho contigo".

jueves, 3 de febrero de 2011

Amigos fugaces


Cuando se viaja se pueden encontrar oportunidades de entablar nuevas relaciones, quizá momentáneas, en tanto dura un vuelo o mientras se espera en un aeropuerto. De este tipo de amistades hay un par que merecen recordarse.

Ibamos en el vuelo de Madrid a Ginebra; al llegar a ésta última ciudad el piloto anunció que no se nos permitiría aterrizar debido a una fuerte nevada. Este anuncio hizo que los pasajeros se inquietaran y surgieran toda clase de comentarios.

A mi lado iba una joven española, muy moderna ella, con altas botas, pantalón de mezclilla y suéter rojo; había permanecido silenciosa y ausente hasta ese momento, pero a raiz del anuncio nos miramos y entramos en animada conversación; la chica resultó sumamente amigable y hasta familiar en su trato.

Vino luego otro anuncio; iríamos a Zurich para después intentar el regreso a Ginebra. Más comentarios, conjeturas, preocupación por parte de quienes venían para realizar citas de trabajo o negocios.

Nuevo anuncio: aunque el avión ya había cargado combustible en Zurich, no sería posible regresar a Ginebra porque el aeropuerto había sido cerrado; tendríamos que desembarcar y una vez hecho esto, se nos indicaría el siguiente paso.

Ya en la sala de Iberia, se anunció que a cada pasajero se le daría un boleto de tren, debíamos buscar las maletas en la sección de equipajes y viajar en tren de regreso a Ginebra, un viaje de unas 4 horas.

Nuestra amigable compañera del avión, se mantuvo a nuestro lado; mi esposo fue al mostrador frente al cual se amontonaban los pasajeros para recibir los boletos prometidos, yo me quedaría cuidando las maletas y él le ofreció a ella conseguir su boleto si quería darle su comprobante de vuelo. Ella mientras tanto decidió ir a buscar sandwiches y bebidas que ofrecían a los pasajeros "en desgracia".

Pronto regresó trayendo uno para mí y otro para mi esposo; cuando le pregunté por el suyo me dijo que recibió el último que quedaba y se lo había cedido a un chico, también pasajero, que aún no había recibido nada. Insistí en que compartiera conmigo el que trajo para mí.
Nos dirigimos después a buscar los equipajes, y siguió con nosotros, era una joven que hacía amistad con la gente con gran facilidad; en un momento había entablado animada conversación con otro joven español que se acercó, y así éramos ya cuatro en busca del camino a la estación de tren, pero antes debíamos tomar allí en el aeropuerto otro que nos llevaría hasta allá.

Una vez en el vagón de este primer tren nuestra amiga se preocupaba de encontrar un lugar para nosotros, de ayudarnos a acomodar nuestras maletas junto a la suya, siempre atenta, alegre y conversadora.

Hago aquí un paréntesis para recordar a una mujer latinoamericana que noté en el tren. Me llamó la atención su aspecto anímico, su semblante. Me pareció la viva imagen de la desolación, la tristeza y la amargura. Se veía deprimida o cansada; estaba sentada frente a mí en un vagón bastante lleno de gente y equipajes. Todos pasaban a su lado sin notarla, me hubiera gustado hablarle... busqué su mirada un par de veces, pero ella me devolvió una mirada fría como si quisiera advertir: no quiero, no me interesa hablar con desconocidos.

Pronto llegamos a nuestro destino en la estación. No volvía a verla; eran como las 11 de la noche.¿Qué drama abrumaba el corazón de esta mujer que parecía tan abatida, estaría sola en un país que podría serle muy hostil, por tantas razones?... pensé en los sufrimientos de los migrantes de todas partes del mundo. ¡Dios mío, nada pude darle!

Los caminos de la estación desembocaron en una inmensa plaza helada con inmensas carteleras colocadas estratégicamente en alto en los cuales se registraban muchos destinos y horarios. Seguimos viendo por allí a algunos de nuestros compañeros de viaje tan desorientados como nosotros, tratando de encontrar cuál sería el tren que nos llevaría a Ginebra. La estación me parecía una enorme "Babel", se oían muchos idiomas, inglés, alemán, portugués, español, francés y más.

La intemperie y lo helado de la noche trajeron a mi memoria las escenas tantas veces vistas en las películas de la segunda guerra mundial.
Estuvimos esperando el tren por cerca de hora y media; todos empezamos a hurgar los maletines tratando de encontrar algo abrigado que echarnos encima de lo que ya teníamos. A un lado de la plaza había un hermoso árbol de navidad, blanco, pero este detalle lo hacía armonizar con el gélido ambiente y no me suscitó los gratos sentimientos que en otra circunstancia me hubiera despertado.

Cristina, que era el nombre de nuestra amiga, continuaba a nuestro lado; su improvisado amigo se distrajo con otro grupo y ella pronto encontró otro, esta vez un joven suizo, algo tímido y callado, aquel a quien ella le había cedido su sandwich en el aeropuerto.

Cuando llegó por fin el tren, subimos, acomodamos las maletas y buscamos asientos; Chris, como le gustaba que la llamaran, siempre estuvo pendiente de nosotros, nos preguntó si estábamos cómodos, si nos sentíamos bien, si las maletas estaban seguras, todo esto antes de darse a la tarea de hablar por su móvil, como le dicen los españoles al teléfono celular.

Ella se bajaría una estación antes que nosotros, pero al despedirse efusivamente como si hubiéramos sido antiguos conocidos, nos dio un papelito con su dirección en España. Fue siempre cariñosa y amable y el par de amigos que se atrajo por momentos nos fueron de mucha ayuda en aquella "Babel" y evitó que nos sintiéramos solos.

Yo pensaría que no volveremos a verla... pero... ¡quién sabe!