jueves, 17 de marzo de 2011

La hora de la tragedia

Me refiero a las tragedias que nos traen los medios, porque en realidad, la vida en este "valle de lágrimas", está llena de ellas, en el ámbito público y en el personal. En realidad la tragedia siempre es personal, puede ser que tenga a veces connotaciones colectivas, pero siempre es personal.

La tragedia de dimensiones aterradoras tocó a la puerta esta vez en Japón; un pueblo que nos ha sorprendido con su comportamiento, con la forma estóica de manejar sus emociones, de enfrentar sus pérdidas, de disimular el miedo y la incertidumbre, con su espíritu altamente cívico, respetuoso, incluso amable. Son las imágenes que la omnipresente televisión y la ineludible internet nos traen a diario.

Es maravilloso como las culturas en nuestros tiempos, gracias a la tecnología , trascienden sus fronteras y la diversidad que llena el hogar común que es nuestro mal cuidado y deteriorado planeta, nos deja ver que tenemos mucho que aprender unos de otros.

Pero éste sería otro tema, ahora quiero hablar de la tragedia, en medio de ella ocurren milagros de supervivencia, de tenacidad y de valor y entrega sin límites. Dos de los grandes valores de la cultura japonesa son el trabajo y el honor; un grupo de hombres, entre técnicos e ingenieros exponen su vida hasta las últimas consecuencias en una colapsada planta nuclear en la que parece que ya no hay nada que hacer; en una playa llena de escombros una pareja de mediana edad busca con desesperación a su hijo, encuentran en ruinas el edificio donde trabajaba, pero se acercan y lo llaman a voces con el ardiente anhelo de que conteste, se levante, esté vivo; un bombero llora frente a su casa después de responder al llamado a cumplir su deber cuando se desató el terremoto. Al regresar, sólo encuentra ruinas... toda su familia ha desaparecido.

Todos observamos conmovidos hoy estas imágenes; la próxima vez, ¿dónde será? seremos observadores u observados. Nadie lo sabe, ni podemos averiguarlo, tal vez la pregunta importante sería ¿cuán preparados estamos para enfrentar la tragedia?. La de grandes dimensiones, la colectiva o la que nos toca de manera personal y solitaria.

En estos días he oído a algunos miembros de la prensa preguntar cuál es el papel de la religión en estas situaciones, en las del dolor y la desgracia, cuando todo recurso humano es rebasado y ya no queda nada. Creo que es difícil saber cómo reaccionaremos frente a la tragedia, pero creo también que hay algo que podemos hacer en tanto llega. Hay preguntas existenciales de suma importancia que debemos estar en condiciones de respondernos: ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?,¿por qué estoy aquí? .

Estas respuestas nos llevarían necesariamente al ámbito de la religión, en el que como mencioné antes, algunos han buscado la respuesta a los interrogantes respecto a la conducta de los seres humanos frente a la tragedia. Yo sugieron entender en este caso específico "religión", como una ideología o manera de pensar que nos da las respuestas a las preguntas trascendentales que refiero en el párrafo anterior, llámese evolucionismo, ateísmo, espiritualismo, cristianismo, y tantas como la diversidad humana puede presentar.

En los Evangelios encontramos un ejemplo solemne y contundente de lo que significa tener las respuestas a las grandes preguntas existenciales. Jesús estaba frente a la hora trágica de su pasión y muerte y la enfrentó así: "sabiendo Jesús... que de Dios había salido y a Dios iba, se levantó de la cena, se quitó su manto y tomando una toalla, se la ciñó". Procedía a lavar los pies de sus discípulos después de la última cena con ellos.

Las respuestas que encontremos a las grandes preguntas, son las que generan nuestra actitud frente a la desgracia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No estoy totalmente de acuerdo con esto, pero creo que "el respeto al derecho ajeno es la paz" A mí me parece que la única forma que tenemos los humanos de afrontar tragedias de esta magnitud es ayudándonos unos a otros. Y esto es algo que hacemos por instinto, gracias a este instinto de supervivencia y conservación hemos podido subsistir como sociedades a través de los años y no gracias a la religión (creo yo). En otro aspecto hemos destruído nuestro planeta a través de los siglos y éste nos cobra la cuenta. Nuevamente gracias por escribir cosas tan interesantes y que invitan a meditar y al debate. Sigo siendo fiel seguidora de su blog aunque no siempre comento, muchos saludos y abrazos.

Ruth Grajales dijo...

Gracias como siempre Mayita, es muy bueno disentir y mejor aun reflexionar y pensar.
aprecio mucho tus comentarios y tu amistad. abrazos.