miércoles, 12 de octubre de 2011

Niño migrante

He visto con frecuencia en estos últimos años, lo difícil que puede ser para los niños y sus padres la adaptación a un ambiente nuevo , con el agravante de un idioma nuevo además.

Pero, he visto también que las dificultades de los niños, en nada se comparan con las de los padres, en lo que atañe al aprendizaje de un nuevo idioma. Tanto en unos como en otros, es cuestión de tiempo, pero para los niños la dificultad se reducirá a sólo unos meses. En ellos fluye de manera mucho más natural puesto que están desprovistos de muchos temores, complejos y prejuicios que agobian a los adultos.

Además, es conocido lo que dicen los especialistas en la materia; los niños no tienen aún establecidos patrones linguísticos fijos como los adultos, por lo tanto están mucho mejor preparados para aprender mucho más rápido el nuevo, o los nuevos idiomas. Es verdaderamente sorprendente la cantidad de idiomas que un niño podría manejar con sólo estar colocado en el ambiente propicio para aprender idiomas.

Dije al principio que es una cuestión de tiempo, el niño necesita como con la lengua materna, escucharla primero para poder aprenderla, y después aprender a hablarla. Los padres suelen estar muy ansiosos, porque naturalmente que los niños pueden sufrir un poco de ansiedad y temor cuando se encuentran en un ambiente en el que no pueden entender lo que los demás dicen. Los padres además, quisiéramos evitar a nuestros niños todo sufrimiento, pero no es posible, ni siquiera provechoso para el desarrollo del pequeño.

Tengo un nietecito de siete años, es un niño inteligente y despierto, que aprende con facilidad; es algo tímido, especialmente si no conoce bien el ambiente. Pues bien, cuando fue por primera vez al preescolar, su maestra le reportaba a la madre que el niño permaneció calladito por varias semanas, hacía las cosas que le pedían y desarrollaba las actividades pero sin hablar. De pronto, cuando él se sintió seguro, comenzó a participar y a opinar verbalmente con la maestra y sus compañeritos y en cuestión de meses hablaba en nuevo idioma con fluidez.

Mi nietecita tiene ahora cuatro años y acaba de entrar al preescolar; todos en la familia deseamos un rápido aprendizaje de inglés para la niña y especialmente, que ella no sufra ansiedad y estrés en el proceso; es inteligente y vivaz pero al contrario de su primo, ella es sumamente extrovertida, le gusta la compañia de otros niños y no parece importarle que hablen un idioma diferente. Desde el primer día se esfuerza por comunicarse con la maestra y con sus compañeritos como puede: pequeñas frases, palabras sueltas, gestos, señas, y en general está avanzando a muy buen paso, su maestra informa que se comunica mejor cada día.

Dos niños diferentes en espìritu pero que se muestran igualmente hábiles para aprender un nuevo idioma, al igual tantos otros pequeños. Veo que lo importante es entender el proceso y saber que con toda seguridad la espera no será larga. Necesitan sí del apoyo incondicional de sus padres, de confianza en sí mismos y ánimo diario para superar los días difíciles en tanto pueden ver la luz al final del túnel. Lo que inevitablemente vendrá luego es la batalla por que no abandonen la lengua materna, pero ese es un tema que merece consideración aparte.


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