jueves, 10 de junio de 2010

Experiencias de aprendizaje

Dicen los expertos en docencia que aprendemos verdaderamente cuando somos puestos en una situación de aprendizaje en la cual participamos de forma activa; en una de estas me encontré una vez, de la forma más insospechada y accidental.

Asistía a una reunión de capacitación con unos cincuenta compañeros docentes; fuimos organizados en grupos de trabajo y estos equipos a su vez fueron formados por medio de alguna de las "ingeniosas" maneras ya conocidas: "todos los que recibieron un triángulo rojo, trabajarán en la mesa número 5".

Así formé parte de un grupo de agradables maestros, todos con muy buena disposición para el trabajo; recuerdo vagamente que el tema a tratar era relacionado con asuntos éticos en nuestra profesión. Se determinó un tiempo para el trabajo y la discusión y al final cada grupo expondría las conclusiones a que habrían llegado.

La conversación en nuestro grupo se fue volviendo cada vez más animada con relatos y referencias de algunos hechos a todas luces cesurables desde la perspectiva ética.

Algunos relatos abundaron en precisiones como nombres, fechas, lugares y además se incriminaba en ellos a miembros del personal; se comentó con indignación que tales conductas por parte de profesores iban en contra de la filosofía y buen nombre de la institución.

Absortos en la animada conversación, ni siquiera sentimos pasar el tiempo asignado, muy pronto oímos a la persona encargada de moderar la reunión que anunciaba el inicio de las participaciones.

Yo estaba un poco preocupada con respecto a las conclusiones que presentaríamos ya que el tiempo se nos había ido escuchando los "jugosos chismes",o los hechos, no lo sé a ciencia cierta.

El primer grupo presentó interesantes conclusiones de su trabajo; cuando ellos terminaron, para sorpresa de nuestro grupo, que intentaba afanosamente organizarse para presentar algo, una de las compañeras, por su propia iniciativa, levantó la mano, pidió el micrófono, "y dijo así, con inspirado acento": "Aquí en nuestro grupo hemos discutido asuntos muy graves; algunos maestros han incurrido en actos penosos y reprobables....... " y continuó con los detalles escabrosos.

Nos quedamos como petrificados, deseando que nos tragara la tierra porque mientras tanto, todos tenían fijas sus miradas en nuestro grupo, sin perder palabra de nuestra decidida "representante".

Un sentimiento de vergüenza y confusión nos invadió a todos, pues nunca pensamos que los "interesantes asuntos" que se habían discutido en la intimidad del grupo pequeño, serían expuestos en pleno de la manera "franca y valiente" en que lo hacía nuestra compañera que ya invocaba a la "guerra santa" con tal de restituir la pureza y las buenas costumbres en la institución.

Pero ya estaba hecho y no había posibilidad de volver atrás. Creo que fue una lección bien aprendida; en fin, que era una reunión de maestros y de aprender se trataba.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno... Me dio risa la anécdota. Pero pues no entendí la moraleja ¿Qué no debemos hablar de los demás?

Ruth Grajales dijo...

Precisamente esa fue la lección aprendida. Si no hibiéramos dedicado el tiempo al chisme, no hubiéramos pasado tan mal momento.
Gracias por leerme Mayita. Siempre es un placer comunicarme contigo.

Anónimo dijo...

Ahh bueno, entonces sí capté el punto jajjaja!!! Y de nada me encanta leer su blog.